La
escuela se abre a la participación responsable y comprometida de padres
y madres, superando el papel tradicional de verse como proveedores de insumos
para asumirse en el proceso de formación de sus hijos, y
contribuir en la mejora de los procesos y resultados educativos, con la
capacidad de opinar y sugerir mejoras a la organización y el funcionamiento de
las escuelas y que favorezcan sustancialmente
el aprendizaje de todos los niños, las niñas y los jóvenes.
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